viernes, 24 de abril de 2009

Etica a Nicomaco



LIBRO PRIMERO

CAPITULO I

INTRODUCCION:

TODA ACTIVIDAD HUMANA TIENE UN FIN

Tanto el arte como la investigación, y del mismo modo, la acción y toda
búsqueda, son concebidas siempre en dirección hacia algún bien. Por esta razón
el bien fue definido correctamente como aquello hacia lo cual tienden todas las
cosas. Sin embargo, pueden constatarse algunas diferencias entre los fines:
algunos de ellos consisten en acciones; otros; en cambio, consisten en
actividades; y otros; en obras.

Allí donde tales artes quedan comprendidas bajo una mera habilidad, en el mismo
sentido, otras artes quedan comprendidas en sus correspondientes. En todas
ellas, el fin del arte principal es preferible a todos los fines que le están
subordinados, ya que son perseguidos para provecho del principal.
CAPITULO II

LA ETICA FORMA PARTE DE LA POLITICA

Según Aristóteles si cada acción que realizamos tiene un fin deseable por sí
mismo, y así otro fin con arreglo a este, se volvería entonces un proceso
infinito y nuestro deseo seria vano y vacio. Para evitar esto es necesario
establecer un blanco o un límite dicho de otra forma. Y determinar que ciencia o
facultad es la que más le concierne a tal objetivo. De hecho esta ciencia parece
ser la política; porque ella ordena el tipo de ciencia que conviene a las
ciudades y a sus ciudadanos y determina hasta qué grado debe de ser aprendida. Y
además hay la facultades más apreciadas resultan esta subordinadas a esta, como
la estrategia, la economía, la retorica. En resumen el fin de la política es
conocer el comprender los fines de las demás ciencias de modo que su fin
consistirá en un bien supremo para el hombre.

CAPITULO III

LA CIENCIA POLITICA NO ES UNA CIENCIA EXACTA

Nuestra exposición será adecuada y satisfactoria si es presentada tan claramente
como lo permitan los asuntos que nos hemos propuesto considerar, puesto que no
se debe procurar el mismo rigor en todos los razonamientos, como tampoco en lo
que concierne a las tareas manuales.

Ahora bien cada hombre juzga bien las cosas que conoce, y en esto resulta ser un
buen juez con opiniones acertadas sobre el tema en el cual se le ha instruido.
Por ello un joven no resulta apto para aplicarse a las ciencias políticas,
debido a su escasa experiencia en las acciones de la vida y a su tendencia de
dejarse llevar por sus impulsos, además debido a que las discusiones políticas
surgen a partir de acciones de la vida y no buscan el conocimiento de sino la
acción.

CAPITULO IV

DIVERGENCIAS ACERCA DE LA NATURALEZA
DE LA FELICIDAD

Para sintetizar nuestra investigación inicial, en la que hemos sostenido que
todo conocimiento y toda búsqueda se orientan hacia algún bien, cabe preguntarse
cuál ha de ser el bien que se propone alcanzar la política y cuál ha de ser el
bien supremo que puede ser obtenido por medio de nuestras acciones.

Existe un acurdo entre los intelectuales y el pueblo que se trata de la
felicidad y, en virtud de ese acuerdo, se identifica el vivir bien y el obrar
bien con el hecho de ser feliz.

CAPITULO V

PRINCIPALES MODOS DE VIDA

La forma en la que el hombre comprende la felicidad y el bien depende del genero
de vida que practica, de esta forma, lo que corresponde a la especie más vulgar
suelen identificar el bien y la felicidad con el placer, lo que los lleva a una
vida licenciosa, y como sostenemos hay tres tipos de vida: la que acabamos de
mencionar, la vida política y la vida contemplativa.

Si consideramos las formas de vida más prominentes, estas nos muestran que los
hombres de refinamiento superior y los de disposición activa identifican la
felicidad con los honores, porque éste es, de algún modo, el fin al que aspira
la vida política.

En tercer lugar, corresponde referirnos a la forma de vida contemplativa, pero
esta será examinada más adelante.

CAPITULO VI

REPUTACION DE LA IDEA PLATONICA DEL BIEN

Tal vez convenga investigar la nación del bien universal y pregunta que se
quiere significar con este concepto, aunque una investigación semejante
resultaría dificultosa en razón de haber sido nuestros amigos quienes han
propiciado estas ideas. Sin embargo, corresponde refutar las opiniones propias
si se trata de honrar la verdad, especialmente a quienes son filósofos. Aunque
estos formen parte de una relación familiar, es conveniente preferir la verdad.

CAPITULO VII

EL BIEN DEL HOMBBRE ES UN FIN DE SI MISMO,
PERFECTO Y SUFICIENTE

Dado que perecen existir varios fines y que algunos de ellos los pretendemos no
por si mismo, sino en razón de procurarnos otros fines (sucede así con la
riqueza, las flautas y, en general, con todos los instrumentos), es manifiesto
que no todos estos fines resultan ser perfectos. Sin embargo, el mejor de todos
ellos parece ser algo perfecto. Si entonces existe un solo bien perfecto, será
ese bien el que buscamos; y si acaso existen varios de esa especie entonces
habrá de ser el más perfecto de todos ellos.

La autosuficiencia no debe ser comprendida en el sentido de quien vive separado
y en forma solitaria, sino en relación con los padres, los hijos, las mujer, los
amigos y los otros ciudadanos, dado que el hombre es un zoion politikon (animal
político). Sin embargo, en necesario fijarle un término a estas relaciones,
porque haciéndolas extensivas a los padres, parientes, amigos de los amigos y
ciudadanos llegarían hasta el infinito. Esta es la cuestión será examinada luego
con más detalle.

CAPITULO VIII

LA FELICIDAD ES UNA ACTIVIDAD DE ACUERDO CON LA VIRTUD

Debemos considerar, por lo tanto la definición de felicidad, no solo a partir de
nuestras premisas y conclusiones, sino también teniendo en cuenta lo que la
opinión común ha vertido sobre este asunto; y como todos los datos siempre se
armonizan con lo que es verdad, en cambio, con lo falso, inmediatamente
discrepan.

Ahora bien, la mayoría de los hombres no acuerda sobre los placeres, porque
muchos de ellos, por naturaleza, no pueden ser llamados así; mientras que las
cosas que son nobles por naturaleza resultan apetecibles a los que aman las
cosas nobles. Tal es el carácter de las acciones que se practican con arreglo a
la virtud, que resultan agradables por sí mismas y también para los que apetecen
de las cosas nobles. Así, la vida de esos hombres no necesita adicionar el
placer, porque el género de vida que practican es placentero en sí mismo.
CAPITULO IX

LA FELICIDAD Y LA BUENA FORTUNA

Surge la dificultad de si la felicidad es algo que se adquiere por el estudio, o
por la costumbre, o por la práctica de algún otro ejercicio, o si acaso
sobreviene por un don divino o incluso por la fortuna. Entonces, si hay algún
otro don que los hombres reciban de los dioses, es razonable pensar que la
felicidad sea una dadiva de ellos, especialmente por ser el don mas preciosos de
los hombres.

La respuesta a nuestra búsqueda también es evidente por nuestra definición,
porque hemos dicho que la felicidad es una actividad del alma con arreglo a la
virtud. De los demás bienes, unos son necesarios y otros son, por naturaleza,
accesorios y utilices como instrumentos.

CAPITULO X

LA FELICIDAD Y LOS BIENES EXTERNOS

Tal como Solón lo ha dicho, no consideramos feliz a ningún hombre mientras vida,
sino hasta ver el fin su vida. Si admitimos tal condición, ¿no se podrá juzgar
que un hombre ha sido feliz sino hasta después de su muerte? Pero ¿no es esto
completamente absurdo, sobre todo para nosotros, que decimos que la felicidad
consiste en alguna especie de actividad? No llamar feliz al hombre muerto sería
motivo de disputa.

Pero volvemos a la primera dificultad, ya que quizá por aquello podamos
comprender también lo que ahora indagamos. Si debemos ver el fin y, entonces,
considerar a cada uno dichoso no por serlo ahora, sino porque lo que ha sido
antes, ¿Cómo no es absurdo decir que, cuando uno es feliz, en realidad, no lo es
por no querer declarar felices a los que viven, a causa de la mudanza de las
cosa, y por no creer que la felicidad sea algo estable, que de ninguna manera
cambia fácilmente, sino que las vicisitudes de la fortuna gran sin cesar en
torno a ella?

CAPITULO XI

LA FELICIDAD E LOS MUERTOS Y LA BUENA O MALA
FORTUNA DE LOS DESCENDIENTES

La buena o mala fortuna referida a los descendientes y amigos, que en nada
afecta la situación de los muertos, parece demasiado hostil y contraria a las
opiniones de los hombres. Pero ya que son muchas y de muy diversas maneras las
cosas que suceden, unas nos afecta más de cerca que otras, discutir cada una de
ellas sería una tarea muy infructuosa, y quizá sea suficiente tratarlo de un
modo muy general y esquemático.

De la misma manera que algunos infortunios propios tiene peso e influencia en la
vida, y otros parecen más ligeros, así también ocurre con los de todos los
amigos. Pero ya que los sufrimientos que afectan a los vivos difieren de los que
afectan a los muertos, mucho más que los delitos y terribles acciones que
suceden en la escena difieren de los que se representan tragedias, se ha de
concluir que existe esta diferencia, o quizá que no se sabe si los muertos
participan de algún bien o de los contrarios.

CAPITULO XII

LA FELICIDAD, OBJETO DE HONOR Y NO DE ALABANZA

Examinadas estas cuestiones, consideramos si la felicidad es algo elogiable o
digna de honor y estima; ya que está claro que no consiste en una simple
facultad. Parece, en efecto, que todo lo elogiable se elogia por ser de cierta
naturaleza o por su relación con otra cosa. Elogiamos al justo y al hombre
valiente; y en general, al bueno y a la virtud por sus acciones y sus obras;
elogiamos al robusto y al ágil, y a cada uno de los demás por tener cierta
cualidad natural y servir para algo bueno y virtuoso.

Esto es evidente también cuando elogiamos a los dioses: parece ridículo
asimilarlo a nosotros, y esto sucede porque la alabanzas se refieren a algo,
como dijimos. Y si la alabanza es de tal índole, está claro que las cosas
mejores no son objeto de elogio, sino la calificación que se hace de algo mayor
y mejor, porque solemos elogiara a los dioses a partir de su condición de seres
felices y bienaventurados; y también, solemos elogiar a los hombres que se
encuentran más próximos a los dioses como seres bienaventurados.

CAPITULO XII

EL ALMA, SUS PARTES YSUS VIRTUDES

Puesto que la felicidad es un ejercicio del alma con arreglo a la virtud
perfecta, debemos ocuparnos de la virtud; y de este modo, aparecerá más claro
todo lo referente a la felicidad.

Parece también que le verdadero político se esfuerza en ocuparse, sobre todo, de
la virtud, y quiere hacer a los ciudadanos virtuosos y obedientes a las leyes.
Como ejemplo de estos podemos citar a los legisladores de Creta y de
Lacedemonia, y los otros semejantes que puedan haber existido. Si esta
investigación pertenece a la política, es evidente que nuestro examen estará de
acurdo con nuestra intención original. Y por cierto, es la virtud humana la que
debemos investigar, ya que también inquiríamos el bien y la felicidad humana.




SEGUNDO LIBRO

Naturaleza de la virtud Ética
Capitulo I


La virtud ética, el hábito de la recta acción.
Al ser la virtud de dos clases, dianoética y ética, l a primera se origina y se incrementa por la doctrina y la enseñanza, y por lo mismo le es necesario experiencia y tiempo; mientras que la segunda, en cambio, procede de la costumbre, tal como su nombre lo indica, y se forma mediante una ligera variación del nombre “costumbre”.
De ahí que las virtudes no residan en nosotros por naturaleza ni por oposición a ella, sino a causa de estar dotados de una disposición natural para adquirirlas y perfeccionarlas luego por medio de la costumbre.
Las virtudes se adquieren como resultado de los ejercicios y de las prácticas conducentes, y es necesario obrar primero. Este es el caso de las demás artes; es decir lo que hay que hacer después de haber aprendido, lo aprendemos haciéndolo.
Capitulo II
La virtud referida a los placeres y a los dolores
“El hombre que se abstiene de los placeres corporales y se complace al hacer lo es moderado, y quien se entristece por abstenerse es intemperante”
El que hace frente a los peligros y se deleita, o al menos, no se disgusta, es valiente; y el que se disgusta, cobarde. La virtud moral, en efecto, se relaciona con los placeres y dolores; hacemos lo malo a causa del placer y nos abstenemos del bien a causa del dolor. Por esto mismo, tal como ha dicho platón, es necesario que, desde los años tiernos, los jóvenes sean educados de tal modo que puedan gozar del placer en lo que se merece gozarlo y entristecerse con lo que merece entristecerse; y esto corresponde a la buena doctrina. Además, si las virtudes están relacionadas con las acciones y con las pasiones, y el placer y el dolor acompañan toda pasión, entonces, por esta razón, también la virtud estará relacionada con los placeres y los dolores. Así lo muestran, también los castigos que se administran a causa de aquellas cosas; puesto que son como una medicina; y las medicinas, por su naturaleza, actúan por medio de contrarios. Asimismo, cualquier hábito del alma, como ya hemos dicho, suele orientar su naturaleza con arreglo a aquellas cosas que pueden ennoblecerla o degradarla, y en estas cosas consiste.
Heráclito, dice: Es más fácil contener el placer que contener la ira; y de lo que es más difícil uno puede siempre adquirir un arte y una virtud, ya que acertar en ellas es cosa insigne.
Capitulo IV
Naturaleza de las acciones de acuerdo con la virtud
Alguien podría replicarnos cuando decimos que los hombres se hacen justos practicando la justicia y moderados practicando la moderación, puesto que si practican la justicia y la moderación son, entonces, justos y moderados, del mismo modo que quienes practican la gramática y la música, han de ser gramáticos y músicos.
Pero ni siquiera este es el caso de las artes, porque es posible hacer algo gramatical, o por casualidad, o por sugerencia de otro. Así, uno será gramático si hace algo concernientes a la gramática, es decir, de acuerdo con los conocimientos que posee de la gramática. Además, las cosas no ocurren del mismo modo en las artes que en las virtudes, porque las cosas en las artes poseen en si mismas su bien y perfección, y para ello, le basta, que una vez realizadas, hayan cumplido con ciertas condiciones.
Capitulo V
La virtud como modo de ser
Tras lo que hemos considerado, debemos considerar que es la virtud. En el alma residen tres géneros de cosas: pasiones, facultades y habatos, y la virtud, por la fuerza, ha de ser de alguno de estos tres géneros de cosas. Llamo pasiones a la codicia, la ira, la saña, el temor, el atrevimiento, la envidia, el regocijo, el amor, el odio, el deseo, los celos, la compasión y generalmente, a todo aquello que suele estar acompañado de dolor o jubilo. Por facultades, las capacidades en virtud de las cuales se dice que estamos afectados por estas pasiones. Y por habito, aquello por lo cual nos comportamos bien o mal respecto de las pasiones.
De manera que ni las virtudes ni los vicios son pasiones, por que, en razón de ellas, no nos llamamos ni buenos ni malos, como nos llamamos por la razón de las virtudes y vicios.
Asimismo, no somos alabados ni vituperados por medio de los afectos, porque ni el que teme ni el que se altera es alabado; ni tampoco cualquiera que se altera o enoja comúnmente así es reprehendido, sino el que de tal o de cual manera lo hace; sin embargo, por causa de las virtudes y los vicios, somos alabados o reprehendidos.
Capitulo VI
Naturaleza del modo de Ser
No solo debemos decir que la virtud es un habito, sino además, de que clase. Se debe notar que toda virtud lleva a termino la buena disposición de aquello de lo cual es virtud y hace que realice bien su función, igualmente, la virtud del caballo hace bueno al caballo y útil para correr, para llevar al jinete y para hacer frente a los enemigos. Si esto es así en todos los casos, la virtud del hombre será también el modo de ser por el cual el hombre se hace bueno y por el cual realiza bien su función propia. Esto se ha dicho ya, pero se hará m as evidente si consideramos cual es la naturaleza de la virtud. En todo lo continuo y divisible es posible tomar una cantidad mayor, o menor, o igual; y esto, con relación a la cosa misma o a nosotros; y lo igual es un término medio entre el exceso y el defecto.
Capitulo VII
Ejemplos de virtudes como término medio entre un exceso y un defecto
No solo debemos decirlo en general, sino también aplicarlo a los casos particulares. En efecto, cuando se trata de acciones, los principios universales tienen una aplicación mas amplia; pero los particulares son mas verdaderos, por que las acciones se refieren a lo particular y conviene que la verdad este de acuerdo con ellas.
Consideramos estos ejemplos particulares de nuestra clasificación: en relación con el miedo y con la audacia, el valor es el término medio. El que se excede por carencia de valor es el término medio. El que se excede por carencia de temor no tiene nombre. Pero que se excede de audacia es temerario; y quien se excede en el miedo y no tiene coraje es cobarde.
Capitulo VIII
Oposición de virtudes y Vicios
Tres son las disposiciones (dos vicios, uno por exceso y otro por defecto; y una virtud, la del termino medio) y todas se oponen entre si de cierta manera. Las extremas son contrarias Las extremas son contrarias a la intermedia y entre si, y la intermedia es contraria a las extremas. Entonces, asi como igual es mayor una relación con menor y menor con respecto a la mayor, asi también, en las pasiones y en las acciones, los modos de ser intermedios son excesivos por lo que respecta a los deficientes, y deficientes en cuanto a los excesivos. Por esta razón, el valiente parece temerario comparado con el cobarde, y cobarde comparado con el temerario. Igualmente, el moderado parece intemperante, en comparación con el insensible, e insensible en comparación con el intemperante;
CAPITULO IX
Reglas practicas para alcanzar el término medio
Ya hemos definido, suficientemente, que la virtud es termino medio y en que sentido; y que es termino medio entre dos vicios, uno por exceso y otro por defecto; y que es virtud porque apunta al termino medio en las pasiones y en las acciones.
Por todo ello, es tarea difícil ser bueno, ya que en todas las cosas es trabajoso hallar el medio. Hallar el centro del circulo no es factible para todos, sino para el que sabe; también, irritarse, dar dinero y gastarlo esta al alcance de cualquiera y es fácil, pero darlo a quien debe darse y en la cantidad y en el momento oportuno, y por la razón y en la manera debida, ya no es fácil para todo el mundo; por eso, el bien es raro, laudable y hermoso.


Libro III: Los pasos de la voluntad; la fortaleza y la templanza Este libro se divide en tres partes, la primera (capítulos 1-5) trata de la voluntad, la segunda (capítulos 6-9) sobre la fortaleza, y la tercera (capítulos 10-12) sobre la templanza.

La voluntad
Aristóteles divide los actos del hombre en voluntarios e involuntarios. El acto involuntario se debe a un primer principio extrínseco al hombre, como la fuerza o la ignorancia. El acto no voluntario es un acto involuntario que no se lamenta. El acto voluntario se hace por el deseo. Ahora bien, la elección racional es más restringida que el acto voluntario, en el sentido que el acto está dentro de nuestro poder y no necesariamente según el apetito, sino que es fruto de una deliberación. Se delibera algo que se puede hacer, no sobre verdades ni sobre las acciones de otros; además, se deliberan los medios y no el fin, pues el fin no se escoge como fin sino que es natural y es el bien deseado según lo que se conoce (lo que el entendimiento presenta a la voluntad). Entendido así el acto voluntario, la virtud se aplica a cuanto conduce al fin e implica la responsabilidad del sujeto.

La fortaleza
La fortaleza es el medio entre el temor y la confianza respecto a la muerte. La persona valiente actúa a pesar del temor pero no sin temor. El exceso de temor se llama cobardía, Y actúa con confianza pero sin exceso de confianza, que se llama precipitación. Sin embargo, la fortaleza se aplica más al temor que a la confianza, por ser este último más difícil de controlar, y busca el bien honesto cuando es difícil ver este bien superior. La característica fundamental de la verdadera fortaleza es que se basa en el carácter y no en el cálculo o en la preparación.

Templanza
La templanza es el medio respecto a los placeres, especialmente los del tacto, la comida y el sexo, que tenemos en común con los animales no racionales. Hay placeres naturales y placeres del individuo: por ello, errar en los placeres naturales es siempre un exceso, mientras que errar en los placeres individuales no siempre es excesivo. El dolor viene cuando el que no tiene esta virtud tampoco obtiene sus placeres. La intemperancia es más voluntaria que la cobardía, pues siempre viene con una elección positiva, haciéndola más censurable. El apetito debe siempre seguir lo que es noble como propuesto por la razón.

Libro IV: Algunas virtudes de riquezas, de espíritu y de vida
El tema que afronta en este libro es el de las demás virtudes menos universales que la fortaleza y la templanza y muestra diversas situaciones en las que se puede encontrar un hombre. Entre estas virtudes están la generosidad y la magnificencia (que es la generosidad en niveles superiores por parte de quien la actúa, de las circunstancias y del objeto), la magnanimidad y la virtud que aplica la magnanimidad para con los inferiores, la ecuanimidad. También habla de algunas virtudes sobre la vida: el decir la verdad, el humor. Al final menciona la vergüenza, un sentimiento virtuoso que ayuda a los jóvenes a encontrar el medio en sus sentimientos.

Libro V: La justicia y las virtudes de carácter Aristóteles dedica este libro a analizar la virtud de la justicia. Empieza induciendo la definición justicia a partir de la definición nominal y de cuanto se piensa cuando se oye la expresión "justicia". Afirma que la justicia es la virtud completa por cuanto refiere a otras personas, pues es más difícil ejercer la virtud con los demás que solamente consigo mismo. Así la virtud en general es justicia vista en relación con los demás.
Esta justicia es la justicia general. Existe también la justicia particular, que se divide asimismo en distributiva y transaccional, la distributiva que aplica una proporción geométrica entre varias cosas o personas; la transaccional que aplica una proporción aritmética. Luego, Aristóteles aplica esta distinción a la economía, y dice que la justicia es el medio entre cometer injusticia y sufrirla y consiste en la reciprocidad. Sin embargo, descubre que en este caso su fórmula de encontrar el medio no funciona igual que en las pasiones: el medio es la igualdad de la proporción.
Trata luego de la relación entre la justicia y la ley, una relación necesaria para que el bien del otro se consiga, pues el hombre por sí mismo siempre busca el propio bien. Por ello, se necesita una ley. Aquí entra la política, pues existe una justicia natural que nadie puede transgredir y otra legal, que depende de las reglas adoptadas. La justicia legal se debe seguir una vez que se han aprobado las leyes. Esta justicia legal es variable porque los casos particulares se relacionan con las normas universales de manera distinta en cada ocasión.
Aristóteles explica a continuación los diversos agravios en relación con la justicia, y luego afirma que quien sufre alguna injusticia no lo puede hacer de modo voluntario. Asimismo, nadie puede hacer injusticia a sí mismo, por ejemplo, por medio del suicidio. La equidad supera la justicia en el sentido de corregir la ley en ciertos casos particulares, pues la regla universal no contempla cada situación particular.

Libro VI: Las virtudes intelectuales El libro sexto es quizás el más importante para entender la ética de Aristóteles, porque, como él mismo dijo al inicio de la obra, la verdad es el bien superior, y este capítulo trata de la facultad del hombre que consigue este bien, el entendimiento. Además, es el intelecto el que nos dice dónde está el medio debido para realizar los actos virtuosos.
La primera cosa que hace es parafrasear lo que había dicho en I, 13: hay dos partes del alma. Y distingue esta vez las sub-partes de la razón, que serían el intelecto especulativo y el intelecto práctico, a los cuales corresponden la sabiduría y la sabiduría práctica (llamada prudencia) respectivamente. Tres cosas controlan el acto y la verdad en el alma: la percepción, el intelecto y el deseo. Pero los animales no racionales tienen percepción, así que no es el primer principio en el hombre. El intelecto práctico afirma y niega para que el deseo busque el bien y huya del mal. El bien del intelecto especulativo es la verdad. El bien del intelecto práctico es la verdad de acuerdo con el deseo recto. Así el primer principio de la acción como causa eficiente es la elección racional, es decir, de acuerdo con el fin; el principio de esto es el deseo, y así la elección racional requiere carácter. En otras palabras, el intelecto y el deseo se influyen mutuamente en el campo práctico, y la virtud depende del pensar y del carácter.
En el intelecto hay cinco virtudes: el arte, el conocimiento científico, la prudencia, la sabiduría, y el entendimiento. Ahora bien, el entendimiento, el conocimiento científico y la sabiduría se refieren a lo necesario, no a lo contingente, ni a lo que puede hacer el hombre. Por otro lado, el arte y la prudencia se refieren a lo que hace el hombre.
La prudencia es una virtud que permite descubrir el bien presente en una acción a realizar. Es la virtud intelectual del obrar humano, no solo en el sentido de obrar bien, sino de llegar a ser bueno por medio del obrar, pues ayudará a encontrar los mejores bienes humanos en relación con la acción. Las virtudes inferiores a la prudencia son: el deliberar bien, el juzgar bien, y el discernimiento.
Como la sabiduría concierne cosas más elevadas y universales, mientras que la prudencia concierne la verdad en relación a los actos humanos, la sabiduría está por encima de la prudencia, pues su objeto pertenece exclusivamente a la parte superior del alma.

Libro VII: El placer; la continencia y la incontinencia
En este libro Aristóteles va un paso más adelante de Sócrates al distinguir entre el saber qué sería bueno hacer y estar dispuesto a hacerlo. La persona prudente no solamente sabe qué sería bueno hacer, sino que también está dispuesto, mientras que la persona incontinente sabe qué sería bueno hacer, pero no lo logra por indisposición. Así la incontinencia no es un vicio (ni tampoco la continencia una virtud), pues se da cuenta de su incontinencia y quiere cambiar. En cambio, quien padece un vicio no se da cuenta de él.
Esta falta de continencia se relaciona con el placer. El hombre busca el placer necesario y el placer que es fin en sí. La incontinencia se refiere más a la falta de control en los placeres necesarios, como la comida y el sexo. La continencia se guía por la elección racional al placer, mientras que la incontinencia piensa lo opuesto y sin embargo, hace lo mismo que haría quien no tiene templanza.
A continuación, Aristóteles analiza la definición que otros autores han dado del placer. Algunos, como Espeusipo, mantenían que no era un bien, mientras que muchos han dicho que sí es un bien, y Eudoxo llegó a decir que era el bien supremo. Aristóteles muestra varios ejemplos para probar que el placer tiene que ser bueno y a la vez que puede conducir al vicio. Esto se debe a que el hombre no tiene una naturaleza simple, sino compleja. Por esto hay varias dificultades, pero al final se puede decir con Espeusipo que el placer no es el bien supremo, y con Eudoxo que sí es un bien.

Libro VIII: La amistad en general El libro VIII está dedicado al tema de la amistad que define como un fenómeno universal y necesario a todo humano. Es más excelsa que la justicia porque puede existir sin ella. Pero no todos están de acuerdo sobre su naturaleza.Según Aristoteles, la amistad es virtud o algo acompañada de virtud. Su principio consiste en una benevolencia recíproca.
Se ama algo porque es bueno en sí, bueno para mí, o agradable y lo respete tal y como es ,lo acompaña en las buenas y en las malas. La amistad requiere ser el uno para el otro, requiere reciprocidad. Por tanto, el amor de amistad necesita que el amigo quiera al otro. Sin embargo, resultar agradable o ser útil son situaciones más pasajeras que el ser honesto. La verdadera amistad -de la cual los otros dos tipos participan analógicamente es la amistad honesta, que busca al otro por lo que el otro es y no porque sea bueno para mí o porque me dé algún placer. Esta amistad es un estado superior a una actividad o a una emoción, pues perdura en el tiempo entre dos personas con la elección racional de ambas.
Después de considerar la amistad en general, Aristóteles explica diversos tipos de amistad a partir de la igualdad y de la reciprocidad que son sus elementos propios.

Libro IX: La amistad relativa a sus causas y a la felicidad Tras analizar la definición de la amistad, Aristóteles quiere mostrar sus características y el modo en que se relaciona con la ética. La amistad es recíproca, y lo que uno da el otro lo debe de pagar de alguna manera. La desigualdad y la decepción rompen las amistades y este efecto sirve para mostrar la raíz de la amistad.
El fundamento de la amistad es el amor verdadero a sí mismo. Cada hombre bueno es amigo de sí porque disfruta de su pasado y de su futuro, mientras que el malvado está en guerra constante dentro de sí, y entonces la amistad es difícil. Si alguien se ama a sí mismo, sabrá amar a los demás, y por eso puede comenzar una amistad. El primer principio es la buena voluntad, pero no es suficiente, ya que requiere también el afecto y la intimidad. Otro principio es el sufrimiento, ligado al afecto, y estriba en que uno ama más lo que más le ha costado, de tal manera que en una relación de bienhechor con beneficiado, es el bienhechor quien ama más, pues ha empleado lo que le pertenecía para el bien del otro.
Este amor a sí mismo tiene que ser verdadero. El falso amor de sí se llama egoísmo. El amor verdadero se encuentra en buscar el fin verdadero para el hombre, que es el intelecto, lo noble. Así se podrá sacrificar por sus amigos. Pero como busca el verdadero fin, también sus amigos buscarán el mismo fin, pues el hombre busca lo que le asemeja, y si tuvieran diversos fines, la convivencia no sería posible.
Los amigos virtuosos son necesarios para la felicidad, pues el hombre es un "animal social", necesitado de otros seres humanos de quienes depende y con quienes puede compartir. Los amigos son el bien externo más grande para el hombre.

Libro X: El placer y la felicidad
Aristóteles comienza el último libro retomando el tema del placer del libro siete, debido a la importancia que esta tiene en relación con la felicidad y su correcta definición. El placer es lo que completa una actividad como consecuencia, y no como si la actividad fuera el placer. Para obrar éticamente, para llegar a la verdadera felicidad, el placer tiene que regirse por la actividad característica del ser humano. Así, el hombre perverso encontrará placer en lo que no es un bien, mientras que el hombre bueno lo encontrará en el bien.
Entonces, la felicidad es una actividad que tiene fin en sí y no en otra actividad, y además es autosuficiente y se actúa de acuerdo con la virtud. La felicidad no es la actividad en consonancia con cualquier virtud, sino con la más excelsa virtud, y ésta dependerá de la facultad más excelsa: en el caso del hombre el intelecto. Por tanto, la felicidad es la vida de acuerdo con el intelecto, o la contemplación acompañada por los demás aspectos propiamente humanos (amistad, bienestar, etc.).
Pero Aristóteles había dicho que se requiere la virtud, y no deja de lado este aspecto esencial, sino que muestra que la felicidad misma se encuentra también, pero de modo análogo, en la virtud del carácter, de modo que los hábitos de virtud que se han logrado conllevan el placer. Además, la contemplación se logra en esta vida solamente con las virtudes.
Para llegar a formar el hábito necesario a esta felicidad, se necesita la educación, y esto requiere una legislación. Pero para formular leyes buenas, se requiere la experiencia. Por ello, hace falta estudiar la política y con esta invitación, Aristóteles concluye su obra.

Sexto Mandamiento

NO COMETERAS ADULTERIO

Cada Familia, que es como el corazón de la vida, era ya como una pequeña pirámide. El hombre, el mas fuerte, arriba, jefe absoluto, como un pequeño faraón gobernando autoritariamente a su mujer y a sus hijos: a el nadie tiene que darle ordenes, el hace lo que le da la gana. Y la mujer, mas débil, abajo, dominaba, utilizada para parir hijos y para servir en las tareas domesticas.

La poligamia, es decir: el tener varias mujeres, era privilegio de los poderosos. Y todo esto ¿Por qué? porque se consideraba que el hombre era superior a la mujer. Y el hombre aprovechaba su superioridad para abusar satisfaciendo su egoísmo.

La pirámide del faraón y todas las pirámides de ayer y de hoy, con el pueblo abajo, oprimido, soportando todas las cargas, llevando siempre la peor parte, resignando pero no feliz, surgen, crecen y se mantienen porque son continuamente alimentadas por esta dominación que ejerce el hombre sobre la mujer en la pequeña pirámide humana que es la familia, y esto en el núcleo mas intimo de ella que es la relación de “amor” del hombre y de la mujer en el matrimonio: esposa en la cama, sierva fuera de la cama, y siempre utilizada.

AMARAS Y GOZARAS LA VIDA SIN EGOISMO



Quinto Mandamiento


No mataras

El quinto mandamiento responde a este clamor del pueblo y quiere combatir su causa: no mataras...Sin glosas, sin interpretaciones, sin excepción alguna. ¡No Mataras! Porque todos tenemos derecho a la vida: el mayor don que Dios ha dado al hombre

Todos estamos marcados por Dios, aun los Caines, y somos “tabú” el señor marco a Caín para que si alguien tropezaba con el, no lo matara, “aunque haya tenido veinte entradas a la judicial…porque “el que mate a Caín lo pagara siete veces” (GN.4, 15).

Y puesto que dios es el creador de toda vida, toda vida tiene derecho a ser protegida por la colectividad, por la autoridad, por un ordenamiento justo, eficaz, que favorezca más a los que mas peligro tienen de perecer.

El dios de la vida manda ¡no matar! En ningún caso, bajo ningún pretexto, sin excepción alguna. ¡No mataras jamás, por ninguna razón! Silos cristianos seguimos matando en nombre de Dios ese “dios” es un ídolo, pero no el Dios de Jesús. Son los “dioses de la muerte” los que exigen de sus “fieles” servidores, los que los impulsan a matar. El profeta Miqueas llama “caníbales” a los ricos que explotan a los pobres. Y los profetas Oseas e Isaías dicen que es un “homicidio” oprimir social y legalmente a los pobres reduciendo sus necesidades vitales.

El Dios de la vida apuesta siempre por la vida: NO MATARAS DE NINGUN MODO LA VIDA, PUES LA VIDA ES DE DIOS. NO MATARAS NUNCA

Por la vida y el amor

Porque Jesús vino para dar vida y plenitud de vida, se puso siempre al lado, a favor de los marginados de la vida; amo, defendió, se jugo la vida por aquellos a quienes el “sistema de vida” de su tiempo, en su país, negaba los derechos mas elementales. Entonces eran los leprosos, los enfermos sin amparo alguno, los pecadores, los posesos, los niños, los samaritanos, los extranjeros.

Jesús convivio con ellos, los ayudo en sus necesidades primarias, los defendió enfrentándose una y otra vez:

-A los lideres religiosos que oprimían al pueblo en nombre de Dios y los desenmascaro. (Mc 11,15-19)

- A los piadosos fariseos “amigos del dinero” y les puso en la alternativa: )=¿ o Dios o el dinero? No hay componenda posible

PONDRAS TU VIDA AL SERVICIO DE LOS DEMAS, HASTA ARRIESGAR TU VIDA POR LA VIDADE LOS OTROS

Quinto Mandamiento

HONRA A TU PADRA Y A TU MADRE

Cuando Jesús habla del cuarto mandamiento, claramente se refiere al comportamiento de los hijos adultos para con sus padres (Mc 7,9-13: ni trampas religiosas, n i codicias, egoísmos y comodidades mundanas justificaran nunca el no ayudar a los padres, despreciarlos, abandonarlos a su suerte, a su soledad, aunque sea “paga”)

De ningún modo, pues, va dirigido este mandamiento a los súbditos para que obedezcan a las autoridades, si no a los hijos adultos, para que no arrinconen a sus “padres” ancianos, sobre todo si son pobres, débiles, enfermos.

Por eso se dice “honrar” El mandamiento no dice “amar”. Honrar significa “tener en cuenta”, en consideración, respetar. Si por lo que sea, frecuentemente por culpa de los mismos padres, falta en el corazón del hijo el amor, que no se puede “mandar”, lo que debe existir siempre es el respeto, la ayuda en la necesidad.

DEFENDERAS LA VIDA AMENAZADA Y HONRARAS A LOS QUE TE HAN DADO VIDA