viernes, 27 de febrero de 2009

Santificaras las fiestas

La Iglesia, en su esfuerzo por ayudar al hombre, establece un mínimo indispensable que consiste en asistir a Misa y no realizar trabajos que impidan el culto a Dios o el debido descanso. "Santificar las fiestas" es dar un sentido de unión con Dios al descanso merecido y a la necesaria convivencia familiar.
En tu tiempo de descanso debes tener siempre dos prioridades: la atención a tu familia y las cosas de Dios. La atención a la familia es importantísima, pues en los días de trabajo, hoy en día, sabes que es muy difícil que todos los miembros de la familia puedan estar reunidos, debido a los diferentes horarios de estudio y trabajo y a las diversas actividades que cada miembro debe realizar. Es necesario aprovechar los fines de semana para platicar, convivir y conocerse mutuamente.El cultivo del espíritu, la atención a las cosas de Dios, se hace necesario, como ya dijimos, en un mundo en el que todo pasa de prisa. Los domingos y días de fiesta debemos aprovecharlos para conocer más a Dios y saber qué vamos a hacer para alcanzar la felicidad eterna.Lo ideal es inventar actividades en las que se reúnan las dos prioridades, como puede ser ir al campo para admirar la Creación, leer juntos una frase del Evangelio, visitar en familia a alguna persona enferma o necesitada.
¿En qué consiste el descanso?
Descansar no significa estar sin hacer nada. La misma naturaleza del hombre se rebela en forma de aburrimiento cuando éste no realiza ninguna actividad.Las actividades deportivas, recreativas, culturales y apostólicas en familia nosdarán más descanso corporal y espiritual que una mañana entera viendo televisión.La ociosidad es la madre de todos los vicios. Si no ocupamos nuestra mente ynuestro tiempo en cosas buenas, el demonio se encargará de llenarlos de cosas malas.Lo mejor es programar nuestro descanso incluyendo momentos para recuperar el sueño, pero también con actividades que relajen la mente y el cuerpo: deporte, lectura, pintura, visitas turísticas, convivencia familiar, escuchar buena música, ver una buena película, etc.

No tomaras el nombre de Dios en vano



No sé bien el porqué, pero uno de los mandamientos que más he procurado tomarme en serio desde que era pequeño, es el de no tomar el nombre de Dios en vano. Es muy significativo que en la oración que nos enseñó Jesús, lo primero que decimos tras reconocer la paternidad divina es "santificado sea tu nombre". Los judíos se tomaron tan en serio ese mandato que evitaban -y evitan- llamar a Dios por su nombre -Yavé-, para que así no hubiera posibilidad alguna de usarlo en vano.
Para mí eso de tomar el nombre de Dios en vano tiene muchas "variantes". No creo que se trate solo de evitar la blasfemia, ni de hablar de Dios en términos despectivos. No, hay una forma mucho más sutil y peligrosa de caer en ese pecado. Por ejemplo, cuando usamos el nombre de Dios, especialmente en la persona del Espíritu Santo, para hacerle decir lo que en realidad queremos decir nosotros. En determinados ámbitos cristianos, tanto católicos como protestantes, es típico oír a muchos decir "el Señor me ha dicho esto" o "el Señor me ha dicho lo otro". Por no hablar de aquellos que están con la palabra "espíritu" en la boca a todas horas para justificar cualquier heterodoxia pasada, presente o futura. En ellos el Espíritu se convierte, pues, en el comodín perfecto al que adjudicar una visión eclesial concreta y la mayor de las veces revolucionaria.

El segundo mandamiento prohibe todo uso inconveniente del nombre de Dios. Toma el nombre de Dios el que jura, pues jurar es poner a Dios por testigo de la verdad de lo que se dice.

En el mundo semita el nombre es la persona misma (...) Profanar el nombre de Dios equivale a profanar a Dios mismo.

Para que el juramento sea licito debe reunir las tres condiciones: que sea con verdad, que sea con justicia, y que haya verdadera necesidad.No es licito jurar con duda. Debes estar moralmente cierto. La cereteza moral excluye toda duda razonable pero no excluye en absoluto el temor a equivocarse

AMARÁS A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS


Los mandamientos más importantes que ha recibido el ser humano son dos: el primero. amar a Dios con todo tu corazón. con toda tu alma. con toda tu mente y con todas tus fuerzas; y el segundo. amar al prójimo como a ti mismo. Si cumples estos mandamientos. cada cosa acontecerá con genuina naturalidad y de la forma adecuada. No basta con ser un estricto moralista: las piedras y las cabras nunca transgreden las leyes morales y. sin embargo. no conocen a Dios. Pero cuando ames a Dios con la suficiente profundidad. te transformarás y serás redimido. aunque seas el mayor de los pecadores. La gran santa Mirabai solía decir: «Para encontrar a Dios. lo único indispensable es el amor». Esta verdad me conmovió profundamente.
Todos los profetas observan estos dos mandamientos esenciales. Amar a Dios con todo tu corazón significa amarle con el amor que sientes por la persona más querida: con el amor de la madre o del padre por su hijo, o con el amor que se profesan los amantes. Ofrécele a Dios esta' clase de amor incondicional. Amar a Dios con toda tu alma significa que puedes verdaderamente amarle, cuando -por medio de la meditación" profunda- te reconoces como un alma, un hijo de Dios, hecho a su imagen y semejanza. Amar a Dios con toda tu mente significa que cuando estás orando, toda tu atención está puesta en Él, sin que la distraigan los pensamientos inquietos. Durante la meditación, piensa sólo en Dios; no dejes que tu mente se fije en otra cosa que no sea Dios.
Amar a Dios no es, Precisamente, sentir cariño sensible hacia Èl. como lo sentimos hacia nuestros padres; porque a Dios no se le ve y a las personas a quienes no se ve es dificil tenerles cariño ; Dios no obliga a eso, pues no esta en nuestras manosAunque hay personas que llegan a sentirlo, con la gracia de Dios.

Los mandamientos de la ley de Dios

iO Los mandamientos son normas de conducta dictadas por Dios a la Humanidad,
Estas normas son el camino que ha de conducir, al hombre a la felicidad Eterna.
Las Leyes que Dios ha puesto en la Naturaleza podriamos dividirlas asi :
1.Ley Eterna : Es el plan de Dios para toda la Creacion.
2.Ley Natural: Es la ley Eterna grabada en los seres Racionales que esta basada en la Naturaleza del hombre.
3.Ley Positiva : Tanto divina (mandamientos) como humana (administracion de sacramentos).
4.Ley Fisica: Es la que dirige los sectores irracionales.
Los mandamientos son preceptos de la ley natural, Impuestos por Dios en el alma de cada Hombre. " Contienen una expresion privilegiada de la ley natural ".
"La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma ".

Dios ha impreso los mandamientos en el alma de tal modo que, incluso los que se las dan de ateos y dicen que no hay Dios , reconocen esta ley impuesta por Dios al hombre y se ofenden cuando se les llama ladrones o embusteros.
Todo hombre catolico, y no catolico esta obligado a no matar,no robar, no explotar al projimo; no calumniar, Etc.

La ley natural, es algo que nos pertenece intrinsecamente que esta grabado en lo mas intimo de nuestro ser ...
El segundo nivel lo forman aquellos preceptos que a la razon de todo hombre basta un poco de reflexion para derivar dichos principios de los pertenecientes al primer nivel :
"no hurtaras no mataras"
El tercer nivel lo constituyen aquellos principios, cuya verdad ya no es tan clara, nos llega a travez de hombres sabios y prudentes.

Los mandamientos de la ley de Dios son la ley Moral que Dios dio a MOISÊS en el Antiguo Testamento y que CRISTO perfecciono en el Nuevo. Esto se basa en que Dios es Nuestro Dueño y nuestro Señor, y nos puede mandar .

Los mandamientos presentan valores trascendentes que nacen de la misma dignidad de la persona humana. Los mandamientos no son prohibiciones caprichosas para poner trabas a la libertad del hombre . Es la ley justa y sabia con que Dios quiere gobernarnos para nuestro propio bien.

Los mandamientos de la ley de Dios constituyen el programa mas completo y mas perfecto que se a dado en el mundo, para conseguir la paz y la tranquilidad a los individuos , a las familias, a los pueblos y a las naciones.